Translate

jueves, 13 de agosto de 2015

La noche no es para mí

Hoy siento que la noche no es para mí.
En mi interior sólo hay bocanadas de humo nebluscas, vacías.
Y sin embargo no le pego bocanadas a sus cachimbas.
El ambiente de la noche es incluso más pesado que eso.
Siempre juegan a entenderme, sólo están de paso.
Luego sólo estoy yo y nadie me vé.
No quiero entender para no retroceder.

sábado, 27 de junio de 2015

Él no me llama

Él no me llama, sólo mira.
Su cabeza se gira, desprende veneno.
Me siento cohibida.
Él no lo entiende, se enfrasca y lo evita.
Lo busco en mi agonía, se cierra. Me intriga.
Él no siente nada, pero me ayuda, me aporta, me inspira.
Luego lo niega. Se suma a mi ira.
Él no me conoce, sólo ve lo que emito.
No sabe que sufro, sólo que exploto y no escucho.
Tampoco sabe que me vuelve loca. 
sólo que no lo controlo cuando está cerca su boca.
Él en cierta manera si me conoce,
Porque me dedica tiempo, sólo hasta donde él lo ve
Él no sabe que sueño con su piel.
Que nos vamos en su coche, que me besa, que cuando me despierto;
Estamos en clase y él mira otras chicas en el Facebook.
Él no ve de donde viene mi locura.
Yo tampoco lo veo a él normal pero es precioso: en una masa hay algo de cordura.
Él también está lleno de barreras, no las pasa, las enciende,
Las enreda.
Intenso, lejano, cercano, intransigente, su pelo me enciende y no siente.
Retorcido, seguro, inoportuno, él se abre hasta que ve como un obstáculo mis muros.
Estúpido, bipolar, elocuente, me vuelve loca mientras nada le parece coherente.
Sonriente, intrépido, expectante… es genial pero no entiende mi mente.

Me desprecia, me evita, me ayuda... luego no quiere nada y para mí se derrumba. Para él nunca hubo nada.

Cinta Nereida 

miércoles, 1 de abril de 2015

Renacer de madrugada

Poco a poco voy notando como toda esa ira que antes no me dejaba en paz ahora es mucho más densa, mucho menor Cargada.
 Creía Que era un veneno insaciable Que Nunca iba a desprenderse de mi cabeza, como un parásito inmortal que se alimentaba de mi autoestima y mi Capacidad de disfrute. 
Pero no, ningún ser con vida me retiene. 
Excepto yo. Soy veneno. Estoy enferma de venganza, de condena.
No paro de recordarme cosas. De pensar “Deberías hacer eso” “No te merecías pasar tal cosa” sin darme cuenta que por mucho que esté obsesionada con el tiempo y con resolver la mierda que me oprime. No estoy luchando con ello, sólo la estoy revolviendo una y otra vez.
¿Qué pasa? ¿Quién diablos soy? Tanto que pido a gritos que me conozcan y no me juzguen y ni siquiera lo sé yo. ¿O si? O si lo sé y no me dejo ver. Estoy hecha un lío y me da miedo empezar. A veces me odio, me odio de forma rotunda acordándome de todo. Otras en cambio me asombro de mí misma de todo lo que he sido capaz de pasar. Parezco una zombi, una superviviente. Pero una superviviente que se va quemando por dentro a la vez.
Y ya estoy como podrida. Pero podrida sintiéndolo como una pegatina muy minúscula en mi cerebro que puedo despegar de toda mi cabeza reactiva a absorber y proyectar energía positiva, o no positiva pero por lo menos sana, aunque sea subjetiva y surrealista. Siempre le he dado vueltas a esto y lo he tenido muy claro pero nunca he sentido como eso se desvanecía, solo he tenido grandes momentos en los que lo he evadido completamente de mí.
Ahora es distinto. Como dije al principio esa ira ha disminuido.
Varias personas ya me dijeron que la ira no era mala, que se podía proyectar de otra forma consiguiendo otra cosa.
Lo cierto es que también se me venía muchas veces a la cabeza qué podía llegar a ser si no parara de trabajar pero aún no tengo los resultados que quería. Puede que haya hecho menos de lo que podía y aún me dejara llevar por… no sé por qué la verdad. Seguía perdida. Sabía que quería llegar a lo más alto pero no tenía ni idea de cómo lo iba a hacer. ¿Y si me he llevado más de cinco y seis años sin salir de mi zona de confort y aún no lo he asumido? Prefiero no pensarlo.

El caso es que he notado como después de estar una tarde consiguiendo efectos de cielo y agua morados cambiando un balance de blanco, jugando con el exposímetro hacia a el lado negativo… después de tener ganas de coger una tempera y que los trazos me fluyan por donde sea… ya no hay tanta ira en mí. Es como si fuera mi vehículo para todo. Lo mismo me pasa con la guitarra. El día que la vuelva a coger en serio y sepa darle forma bien dada a cada canción que empecé desde los doce años no será porque nadie me lo diga o por obligación de nada, sino porque decido volver a perseguir luciérnagas ahora que recupero la tranquilidad, tengo mi sitio y vuelvo a renacer. Me siento bien, pero no del todo. A medida que eso se convierta en un hábito, mi ira y mi veneno irán desapareciendo hasta convertirme en alguien que estoy ansiosa por ver. Pero poco a poco, trabajando y con paciencia. Si no estaríamos en las mismas: remoloneando sin salir de nuestra zona de confort. 

miércoles, 18 de marzo de 2015

Parece escarcha

Parece escarcha. 
Escarcha fría oprimiéndome el pecho sin dejarme respirar. 
Siento un ahogo en la garganta, una opresión en el pecho cada vez que lo veo mirándola de esa forma. Tengo ganas de gritar pero nadie me oye.
Todos me dicen que pase de él y lo olvide.  
Es como un continuo martillo que se desvanece después de su último golpe. 
No puedo mirar a ningún lado. 
No tengo a nadie en esta amarga agonía, en este dolor que me congela, que mina mis ganas, que lo desvanece todo. Es como una olla a punto de estallar. 
Las lágrimas me asoman pero no me salen, las siento amargas, las siento saturadas, sucias, como ese río cansado de que los inconscientes le tiren basura.
No puedo más. No sé como lidiar con esto.
Lo veo con ella y me puede. No sé que hacer para salir de esto.
Son como dos demonios que saben la contraseña de ese pedacito de mi alma que aún guarda esa espera de que él sea lo que yo quiera, que tanto guardo en la sombra.
Es una espera absurda, falsa, pero sigue en mí.